Los científicos que se atribuyen haber descubierto el llamado “bosón de Higgs” celebraron con un acto y de una manera muy especial este acontecimiento, que incluso se lo proyecta como el nacimiento de la “nueva ciencia”.
Entre todos los comentarios y las afirmaciones realizadas destacamos uno de una manera muy significativa, pues fue formulado por una de las responsables de las investigaciones.
Ella afirmó al término de su informe: Gracias naturaleza! Las informaciones ponen énfasis en el entusiasmo que despertaron sus palabras, que fueron saludadas por los asistentes al acto con una auténtica ovación.
Sin entrar en la polémica de la existencia de Dios o en su negación, podríamos afirmar que ese agradecimiento a la naturaleza, encierra en sí mismo una poderosa declaración.
Nos oponemos a interpretar las palabras pronunciadas por los demás, pero en este caso la cuestión es tan relevante que bien vale la ruptura de la regla autoimpuesta.
Creemos sin el menor género de dudas, que esa científica al dar gracias a la Naturaleza, estaba agradeciendo a algo superior que la determina, aunque no se lo quiera identificar ni llamar Dios.
Agradecer a la naturaleza, supone también un reconocimiento a una grandiosidad que los hombres del siglo XXI son incapaces de definir y mucho menos de explicar.
Esta afirmación surge de leer con un cierto detenimiento las rimbombantes declaraciones formuladas acerca del descubrimiento de la “partícula de Dios”, porque en ninguna de ellas se hacen afirmaciones rotundas.
Nadie logra explicar con rigor lo que significa el “bosón de Higgs”, ni nadie logra definir con exactitud lo que en realidad es la llamada “partícula de Dios”.
Entonces nos preguntamos: Saben los científicos lo que han descubierto? Como nos podrían explicar a los neófitos el motivo de su alegría si ellos mismos no saben lo que han encontrado?
Este llamativo esfuerzo de agradecer a la Naturaleza se opone incluso a la denominada “partícula de Dios”, porque si negamos la existencia de Dios, como es que podemos usar su nombre para definir algo tan trascendental?
Se dice que los científicos en el momento de iniciar sus trabajos deben postergar sus creencias y convicciones, para dar lugar de esta manera al espíritu crítico y también al escepticismo.
Podríamos afirmar que si esta definición es aceptada, también lo debería estar la que asegura que a partir de la creencia de la existencia de un Creador, todo adquiere otra dimensión y las explicaciones pueden resultar más coherentes.
Lo que sí está claro que todos estos hechos no hacen otra cosa que confirmar las profecías de Daniel, uno de los siervos de Dios, que profetizó que en los últimos tiempos la ciencia progresaría como nunca lo había hecho antes.
Algunos científicos dan gracias públicamente a la Naturaleza, otros callan su creencia en Dios, pero tanto unos como otros difícilmente podrán explicar su alegría y su silencio, sino no lo hacen desde la perspectiva de la sabiduría que los hombres hemos recibido.
Fuentes: Le Monde – Francia
Diego Acosta García