SÉPTIMO MILENIO: ISRAEL Y EL NOBEL GRASS

 

El Premio Nobel de Literatura Gunter Grass se ha quejado amargamente por las críticas recibidas a raíz del poema que escribiera relacionado con el presunto ataque de Israel a Irán.

A los 84 años su reputación legítima como escritor queda bajo la sombra que afectan a sus decisiones personales, mucho más a partir del momento en que transforma al agredido en agresor.

Esta quizás sea la más grave de las cuestiones que afectan al escritor alemán, pues afirmar que Israel es un peligro para la paz es olvidar que son los dirigentes islámicos iraníes quienes han proclamado la desaparición de un estado soberano reconocido por los países del mundo.

De esta falta de visión parten los ataques más directos contra su persona, porque demuestra no solo su desconocimiento de los hechos recientes en el mundo, sino que cuando habla de ellos los interpreta de manera errada.

Los dirigentes de la comunidad judía en Alemania que representan a más de 108 mil personas, se sumaron a las críticas que hablan de la absoluta inoportunidad del poema de Grass sobre el ataque de Israel a Irán.

Se defiende el derecho de dos países a negociar libremente, como ha ocurrido en el caso de Alemania e Israel que acordaron la fabricación y venta de submarinos para la defensa del estado judío.

El poema “Lo que hay que decir” llega tarde y llega mal en la vida del escritor, que debe recordar que fue él mismo quién ocultó durante más de 60 años su adhesión a los cuerpos de élite del nazismo.

Se podrá argumentar que también el Papa de la iglesia católica en su momento también se adhirió a las juventudes hitleristas. Pero él papa solo era un militante y Grass formó parte de las Waffen SS tristemente célebres en la historia reciente.

Los defensores de Grass  alegan que él se ha atrevido a decir lo que otros callan, pero ignoran que el silencio al que se alude proviene más de la prudencia que de no tener presente las experiencias del pasado.

En su propio país el Premio Nobel ha recibido contundentes respuestas, como la de Die Welt que puso de manifiesto el uso de terminología nazi al quejarse de la uniformidad de los medios con una palabra: Gleichschaltung que fue la misma que usaron los seguidos de Hitler para atacar a los disidentes.

Precisamente ese parece ser el fondo de la cuestión: el antisemitismo. Quizás Gunter Grass con su última obra literaria, no hizo otra cosa que dejar aflorar sus verdaderos sentimientos con relación a Israel y con relación a su propio pasado.

El Caso Grass parece ser el penúltimo episodio de antisemitismo y más concretamente de defensa de los enemigos del Pueblo de Dios. Cada día más se torna más necesario recordar que somos coherederos de las Promesas recibidas por Abraham.

Diego Acosta García

Fuentes: Die Welt

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