SÉPTIMO MILENIO: LA PROFÉTICA SOLEDAD

 

Israel flag
Los creyentes frecuentemente ignoramos muchos de los acontecimientos que ocurren a nuestro alrededor, además de que tenemos dificultades para entenderlos.
Esto significa que no comprendemos como nos pueden afectar, que sentido tienen y que relación tienen con nuestra condición de creyentes y las actitudes que debemos asumir.
Este es el caso del acuerdo al que llegaron seis naciones con Irán con relación a su proyecto nuclear. Le fijaron un plazo de seis meses para negociar un convenio más amplio que el logrado.
Puede considerarse que seis meses en un tiempo demasiado corto para avanzar en una negociación de esa magnitud y demasiado largo, para el caso del incumplimiento por parte de Irán.
Lo cierto es que puede considerarse el tratado como un logro importante de los negociadores persas, respaldados por su milenaria capacidad para este tipo de cuestiones.
Para Occidente podría significar la desactivación de uno de los potenciales conflictos a escala mundial, que podría significar que una nueva potencia nuclear se incorpore a la posesión de este tipo de armas.
Se argumenta que es un triunfo de la postura negociadora, frente a las posturas más radicales y más propensas a las soluciones drásticas, como podría ser un ataque preventivo contra el proyecto persa.
Pero como analizamos este acuerdo desde la perspectiva de los creyentes? Tiene una muy clara percepción: Este acuerdo comienza a hacer realidad la soledad bíblica anunciada sobre Israel.
Irán es incuestionablemente el mayor enemigo del Pueblo de la Promesa y este acuerdo que no ha sido aceptado por el Estado israelí, deja en soledad al Estado establecido legalmente en 1948.
Por eso hablamos de la profética soledad. Comienza a hacerse realidad este anuncio que se corresponde con la creencia que estamos en los inicios de los tiempos finales.
Frente a la soledad de Israel, los creyentes debemos asumir nuestra condición de coherederos de todas las promesas hechas por Dios a su Pueblo.
Debemos respaldar más que nunca nuestra indeclinable solidaridad con el Pueblo de la Promesa que será el Pueblo de las bendiciones para todas las naciones de la Tierra.
Frente a la PROFÉTICA SOLEDAD debemos ser más solidarios que nunca con nuestras oraciones y nuestras convicciones acerca de lo que significa Israel en nuestras vidas.
No es tiempo de tibios, ni de acomodaticios, ni de oportunistas. No valen los acomodaticios llamados a no ser judaizantes o no convertirnos en sionistas. Nuestra identidad como creyentes será junto a Israel o no será.
Están llegando los tiempos de las definiciones. Los tibios ya conocen lo anunciado para ellos en Apocalipsis.
Los que nos consideramos coherederos de las Promesas a Abraham y su descendencia, también sabemos lo que tenemos que hacer.
Oremos por Israel y por nosotros, para tener Sabiduría de lo Alto y comportarnos como verdaderos hijos de Dios.

Diego Acosta

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