Como reaccionaríamos si un hombre de veinte y tantos años nos dijera que quiere casarse con nuestra hija de once, de doce años? Como reaccionaríamos?
Que haríamos si nos dijera que se la quiere llevar de nuestra casa para vivir con ella?
LLamaríamos a la policía? Lo denunciaríamos?
Que harían los hombres y mujeres que dedican todo esfuerzo para luchar contra la pedofilia integrando las fuerzas de seguridad, ante un caso semejante?
Un caso así no es violatorio de los Derechos de los Niños consagrados por las Naciones Unidas? Qué ocurriría si se presentara ante la ONU o UNICEF un caso semejante?
Que comentarían los medios de comunicación acerca de que un hombre de veinte y tantos años se quiere casar con nuestra hija de doce? Qué dirían del caso?
Intervendría la Justicia? Los fiscales acusarían al hombre de intento de violación o de pedofilia? No se desataría un auténtico escándalo nacional al conocerse la noticia?
Como seguramente todos daríamos la misma respuesta, entonces planteamos un nuevo caso. El de los más de 450 matrimonios que se consagraron en la franja de Gaza en Palestina.
Hombres de veinte y tantos años que se casaron con niñas con un promedio de alrededor de doce. Niñas que además de vestirse como adultas, fueron pintadas como adultas y tratadas como adultas.
Por qué denunciaríamos el caso de alguien de veinte y tantos años que pretenda casarse con nuestra hija de doce y no lo hacemos frente a lo consumado en la Franja de Gaza?
Estas preguntas las deberíamos de responder en la mayor intimidad, para confrontarnos con nosotros mismos y advertir si algunos de nuestros actos no constituyen una apología de la mayor hipocresía. O tal vez nos justificaríamos diciendo que es una cuestión cultural? Y si fuera nuestra hija, por qué no la justificamos con el mismo argumento?
Diego Acosta García