Seguramente muchos de nosotros estaremos totalmente de acuerdo con este mensaje. Pero seguramente habrá muchos que consideren una exageración estas palabras.
Resulta sorprendente que donde debería haber un espíritu unánime hay un espíritu de división. Es el predicador el que divide o son sus palabras las que incomodan?
Quienes hablan de tolerancia, quienes hablan de pensamientos comedidos, amables, es evidente que no pueden compartir un mensaje gracias al cual se podría definir como “duro” a quién lo haya pronunciado.
Pero cabe preguntarse: En que parte de la Biblia habla Jesús con blandura, con comedimiento buscando la aceptación de los hombres? Si alguien tiene una respuesta a este interrogante, seguramente contradecirá al predicador.
Pero sabemos que los conceptos contemporizadores tan propios de muchas iglesias en nuestros días, no tienen nada que ver con las enseñanzas de Jesús.
No hace falta enrolarse entre los “duros” y los “comedidos”. Hace falta volver a la fuente Única de nuestra fe y tomándola como la Palabra verdadera, la pongamos por obra.
Nada más que eso.
Diego Acosta García