La virtud de vivir como se declara tiene en el Presidente de Uruguay, un docente ejemplar. Incluimos por considerarlo de gran importancia para la reflexión, el reportaje que se publica en el Diario ABC, de España.
Al uruguayo José Mujica no le gusta el título de presidente más pobre del mundo
No descarta volver a vender flores, entre otras tareas, cuando abandone «la changa de ser presidente». «Yo no soy pobre, son los que precisan mucho para vivir, yo tengo lo suficiente», dice
Al uruguayo José Mujica no le gusta el título de presidente más pobre del mundo.
El presidente de Uruguay, José Mujica, habla durante una entrevista en su domicilio, en una zona rural de Montevideo (Uruguay), en la que dijo oponerse al consumo de marihuana y al aborto
Al presidente uruguayo José Mujica no le agrada demasiado el título de «presidente más pobre del mundo». Así lo recogen los medios uruguayos después de la entrevista concedida por el mandatario de su país a la agencia oficial china Xinhua antes de que el mandatario viaje a finales de este mes al país asiático.
El uruguayo, que reside en una zona rural de Montevideo, reconoce que no le gusta el título del más pobre y dice que su modo austero de vida es porque «intenta mantenerse libre». Se define en la misma entrevista como un «campesino de alma». «Yo no soy pobre. Pobres son los que precisan mucho para vivir, esos son los verdaderos pobres, yo tengo lo suficiente», afirmó. Añade, a su vez, que cuando se retire y abandone la «changa» de la Presidencia, está pensando en dedicarse a una escuela de oficios rurales que instalará en su barrio.
«Soy austero, sobrio, ando liviano de equipaje porque para vivir no preciso más equipaje que eso. Peleo por la libertad y la libertad es tener tiempo para hacer lo que a uno le gusta», esgrime el mismo presidente que hace unos días declaraba a la agencia española Efe que se opone a la marihuana y también a la práctica del aborto.
Mujica aseguró que si se dedicara a acumular fortuna, después tendría que «perder tiempo para cuidar toda esa plata» y tendría que gastar demasiado tiempo de su vida «en saber cómo se está gastando» y si está perdiendo o ganando dinero. «Viví durante muchos años en los que si me ponían un colchón al final del día estaba contento. Entonces, empecé a revalorizar ciertas cosas», admite sin ambages. No descarta tampoco volver a cultivar flores como cuando se dedicaba a venderlas él mismo en las ferias de Montevideo.
Lee la prensa con un IPad pese a vivir en una humilde granja, sin apenas seguridad y donde él mismo se cocina carne con cebolla, su plato preferido. Así es José «Pepe» Mujica, el peculiar presidente de Uruguay, que concedió una entrevista junto a su inseparable perra coja Manuela. Ni por la pequeña garita con dos policías situada frente al lugar podría uno imaginar que la austera finca rural en la que vive Mujica con su esposa, la senadora Lucía Topolansky, es la actual residencia presidencial uruguaya. Ubicada a 10 kilómetros de Montevideo, en un área rural en la que solo se escucha el trinar de las aves, lo primero que sobresale de la chacra (granja) presidencial son sus paredes desconchadas y techos de calamina verde, así como las gallinas que revolotean en los patios vecinos en torno a la ropa tendida al viento.
«Mi manera de vivir es consecuencia del proceso de mi vida. He peleado hasta donde es posible por la igualdad y la equidad de los hombres», afirma en tono reflexivo este exguerrillero que pasó catorce años en prisión, la mayoría durante la dictadura (1973-1985), y que este lunes 20 de mayo cumplirá 78 años.