Seguramente muchos de nosotros cuando vemos una foto de personas nacidas en África, sentimos de manera irreprimible un sentimiento de superioridad.
Será porque entendemos que haber nacido en otros continentes nos hace diferentes y desde luego más importantes, al punto que pensamos que efectivamente hay personas por debajo nuestro.
Esta actitud se hace todavía más notable en algunas situaciones en las que el mundo de muestra orgulloso de sus logros y de sus conquistas, tratando de demostrar su superioridad.
Sin embargo podríamos preguntarnos: De qué nos sentimos orgullosos? De pertenecer a un mundo donde la avaricia, el egoísmo, el hedonismo y los afanes más primitivos se exaltan como valores de culto?
Ese es el mundo del que nos sentimos orgullosos? Es por esas razones que nos consideramos superiores frente a hombres y mujeres que nacieron en otros continentes?
Nos olvidamos de lo fundamental: Dios nos hizo iguales, nos ama por igual y Él no hace acepción de personas. Evidentemente esto el mundo no lo comparte.
Pero quienes nos llamamos hijos de Dios deberíamos aprender de una vez y para siempre que todos somos criaturas suyas, las que nosotros menos valoramos y las que más valoramos.
Seamos fieles a Jesús y amemos al prójimo con el Amor verdadero con el que Él nos ama y no hagamos a menos a nadie, porque no somos más que nadie. Ni tampoco menos que nadie.
Filipenses 2:3
Diego Acosta García