Todavía recordamos los pocos asistentes de un culto entre semana, en el que un joven que iniciaba su camino de predicador hizo esta pregunta: Acaso Dios ha nombrado a alguien como su sustituto?
El argumento causó conmoción e incluso varios de los que participaron del culto mostraron su reproche al joven predicador, utilizando el argumento de que lo que había dicho era casi ofensivo.
Otros permanecimos al margen y le agradecimos al hermano su mensaje, sin pensar en la importancia de lo que había dicho. Simplemente actuamos para que no se lo criticara…sobre todo por su juventud.
Pero con el paso de los días el mensaje comenzó a dar vueltas en nuestra mente y entonces advertimos cuánto de verdadero tenía la palabra, sin duda inspirada por el Espíritu.
Acaso nosotros nunca obramos como sustitutos de Dios? Responder con el máximo rigor esta pregunta nos colocará en la difícil alternativa de reconocer que sí, que lo hemos hecho.
En algunos momentos nos comportamos con un atrevimiento asombroso, nos sentimos tan poderosos que nos creemos capaces de resolver las cuestiones más inimaginables.
Por eso fuimos advertidos y repetimos la advertencia: Dios no ha designado a nadie como su sustituto! Por tanto no caigamos en la tentación de ocupar su lugar! Oremos con temor y temblor pidiendo Su Perdón!
Éxodo 3:14
Diego Acosta García