EL EVEREST MÁS ALTO

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Las últimas mediciones realizadas en forma conjunta por Nepal y el Tibet, arrojaron un nuevo dato que sirve para determinar que la cumbre del mundo, es todavía más elevada.

Los 8.848,86 es la nueva altura reconocida ahora mundialmente por cuanto ya no existen diferencias entre las actuaciones de los dos países, que antes las medían en forma separada.

A manera de reflexión podría decirse que en medio de esta especie de reducción del mundo provocado por la peste, la Creación se manifiesta agigantando sus dimensiones.

Todo lo que los hombres afrontan es como si los disminuyera, tanto en lo físico como en lo espiritual. El mundo no sabe determinar cómo sería su futuro.

Los hombres miran con preocupación el porvenir, no solo el inmediato sino el mediato. Y ante ello la Obra de Dios se engrandece. En una alegoría que bien haríamos en tomar en cuenta.

Diego Acosta

 

PARA QUÉ?

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Las imágenes de alrededor de casi 300 montañeros haciendo cola para subir hasta el punto más alto de la cumbre del planeta, nos debería hacer reflexionar sobre varias cuestiones relacionadas con lo que hacemos y por qué lo hacemos.

Durante mucho tiempo se nos vendió la imagen épica de los hombres que arriesgaban sus vidas, para llegar hasta lo más alto del Everest. Se lo mostraba como un ejemplo de superación, cosa de auténticos seres superiores.

Pero de pronto, nos sorprendemos viendo como alrededor de 300 escaladores, hacían cola para hacer lo mismo que antes tenía el sobresaliente nivel de lo épico. Incluso provocando que varios de ellos murieran en el fenomenal atasco.

Si el Everest no ha cambiado, quiere decir que quienes hemos cambiado somos los hombres. Cuántas cosas hemos considerado valiosas, para de pronto advertir que no tenían el menor motivo para ser ponderadas.

Lo que antes fue importante lo deja de ser en un momento. Que está ocurriendo en el mundo?

Simplemente que cada día nos acercamos al final de los tiempos y podremos confirmar que lo bueno siempre será bueno y lo malo lo seguirá siendo, a pesar de nuestras torpes consideraciones. Y Dios será quién juzgue a unos y a otros!

Diego Acosta

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