FETICHISMO MORAL

 

Blog del TIEMPO!

Una joven madre se preguntaba, como sería el mundo en el tendría que vivir su hijo?

Era evidente que estaba buscando una respuesta tranquilizadora , pero la que le pude dar fue exactamente lo contrario.

Ud. Espera algo mejor que esto que estamos viviendo?

Pues, debería prepararse para que el futuro sea peor, cada día peor. No como una expresión de deseos, sino como una cruda expresión de realismo.

Y entonces le hablamos del fetichismo moral.

Cuando las personas juegan con relación a la existencia de un ser superior, lo llaman de distintas maneras o lo niegan con teorías o prácticas sin sustancia, es muy fácil caer en esa grave práctica del fetichismo.

Alguien dice hoy algo irreverente o más o menos atractivo y corremos como una manada sin líder, detrás del que solo ha dicho una de las tantas tonterías que se han dicho a lo largo de los siglos.

Tontería pero rodeada de algunos matices que nos llevan a creer en un contenido intelectual del que carece y a una profundidad que es menos importante todavía.

Es el fetichismo por las personas famosas, el que suplanta a las ideas y a las cuestiones verdaderas. Y entonces sin advertirlo formamos parte de la congregación de los fetichistas morales.

Suplantamos lo que es cierto, por lo que es más o menos cierto. Lo que es Verdad por lo que es más o menos verdad.

Y finalmente llegamos al punto sobre el que nos advierte nuestra Guía, la Biblia: terminamos llamando a lo malo bueno y a lo bueno malo.

Todo al revés de lo que debería ser. Pero cuando comprendemos esto, quizás ya estamos en el camino sin retorno del escepticismo, del egoísmo y el cinismo más cruel.

Es triste, porque Dios siempre está esperando que alguien vuelva su mirada por encima de todas las circunstancias y busque su Amor y Misericordia.

Pero en nuestro corazón, en vez de buscar la Verdad, tenemos la confianza puesta en eso tan peligroso para nuestra vida que es el fetichismo moral.

O lo que puede decirse de otro modo: Una vida, sin Jesús y sin su Mensaje de Salvación!

Diego Acosta

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