UN COPO
Con varios grados bajo cero, desde una de las ventanas de mi casa, se pueden ver los copos de nieve cayendo, a veces con intermitencia o en grandes cantidades.
Cuando caen espaciadamente, se los puede admirar con nitidez como son de frágiles en su constitución y como pueden ser movidos por la más leve brisa.
Puedo quedarme mucho tiempo mirando este maravilloso espectáculo que nos brinda la Creación, donde es posible comprobar como lo más sencillo tiene su encanto.
Cuando digo sencillo, yo mismo me desmiento, porque al momento siguiente puedo ver mejor como es un copo y entonces me admiro de su extraordinaria complejidad y belleza.
Contemplando el fenómeno de la naturaleza, pienso en que Dios a veces, nos verá como copos de nieves, frágiles, sujetos a la influencia del menor movimiento del aire.
Una veces casi solitarios y otras formando grupos densos, tanto, que pareciera que se animan unos a otros a caer hacia la tierra, yendo en una misma dirección.
Pero siempre frágiles, a pesar de lo que yo mismo me pueda creer, que soy fuerte. Viéndolo así, no soy mayor que un copo y solo me sostengo por la Mano del Eterno.
Salmo 63:8
ES – Está mi alma apegada a ti;
Tu diestra me ha sostenido.
PT – A minha alma te segue de perto;
a tua destra me sustenta.
Diego Acosta / Neide Ferreira