El Daesh, el Estado Islámico, en su estrategia de extender el terror y causar en los países occidentales el mayor número de víctimas, incluidos mujeres y niños, ha pedido a sus «combatientes» que, sin la «más mínima pérdida de tiempo», provoquen matanzas mediante el incendio de lugares en los que se reúnen los «infieles». Al parecer, la utilización de camiones, como ocurrió en Niza y Berlín, no es suficiente y hay que dar un paso adelante.
En concreto, los cabecillas de la banda yihadista proponen en el último número de su revista «Rumiyah» que los incendios sean provocados en «casas y edificios de apartamentos, urbanizaciones, zonas forestales o residenciales, fábricas de automóviles, tiendas de muebles y de ropa, gasolineras, hospitales, bares, discotecas, clubes nocturnos, bancos, escuelas, universidades, iglesias…». «Las opciones son amplias y no hay excusa para el retraso», subrayan.
Tras referirse a los «sacrificios» de los «hermanos Abul Bara al Tunisi (Anis al Amri), que aplastó a los adoradores de la cruz en el mercado de Navidad de Berlín, y a Abdur Razzaq, que aterrorizó a los paganos americanos en la Universidad de Ohio», señalan que «con su sangre provocaron un estado de angustia y terror que ha atormentado a los incrédulos, una respuesta apropiada a la cruzada contra el islam». Destacan que «en la historia y hasta el día de hoy, los atentados incendiarios han desempeñado un papel importante en la guerra moderna y de guerrillas».
Tras referirse a acciones criminales perpetradas con incendios en Rusia y Palestina, subrayan que este tipo de atentados son sencillos de cometer, ya que los materiales necesarios son de fácil acceso y facilitan una campaña de «terror justo». «El incendio provocado, como lo debe hacer el muyahidín [combatiente], consiste en iniciar los fuegos usando materiales inflamables para destruir el mundo de los cruzados y matarlos para enviarlos al infierno». «Todo lo que requiere el muyahidín es disponer de material inflamable, buscar el objetivo y determinar la mejor hora para ejecutarlo».
«El momento de la acción –agrega en sus instrucciones– es importante, especialmente en lo que se refiere a determinados edificios. Se debe elegir el momento en el que haya el menor movimiento, desde la última parte de la noche hasta las primeras horas de la mañana, cuando la gente duerme. En el caso de los edificios residenciales, antes de ejecutar el ataque se debe estudiar el objetivo e identificar las salidas». Se da a entender que es con fin de bloquearlas por medio del fuego que se provocará en determinados lugares. El objetivo es, incluso, evitar la evacuación a través de ventanas y balcones. «Esta información [se indica en el número 5 de la revista] ayudará en la ejecución y aumentará la probabilidad de matar o herir de manera escandalosa a los que están dentro». Agrega que el fuego se debe iniciar mediante la colocación de artefactos [de los que no se dan detalles por razones obvias] en lugares concretos. El objetivo es que nadie pueda escapar ni siquiera saltando por las ventanas». En el caso de que al terrorista le resulte complicado acceder al edificio por la noche, se aconseja hacerlo durante el día y permanecer escondido en su interior hasta el momento del ataque.
Incluyen consejos que resultan obvios, pero que dan idea del nivel intelectual de los llamados «muyahidines»: «Los incendios forestales requieren que la zona objetivo sea seca y no un ambiente húmedo». Eso sí, hay que colocarse a prudente distancia del artefacto cuando haga explosión.
Como suele ocurrir siempre con el Estado Islámico, se incluye la parte «teórica»: «Uno debe esforzarse por maximizar el terror ‘justo’ que inflige, ejecutando múltiples ataques simultáneos, siguiendo las mismas pautas. Después, hay que reclamar la responsabilidad por el ataque por diversos medios, como dejar escrito el nombre del Estado Islámico con pintura cerca del objetivo; o dejar un pedazo de papel en el que se expongan los motivos del ataque para burlarse y enojar a los incrédulos». «El papel puede ser pegado a un ladrillo y luego arrojado a través de la ventana de una propiedad ocupada cerca del escenario del ataque». «Los ataques incendiarios –subraya «Rumiyah»– no deben ser menospreciados. Causan gran destrucción económica, estrago emocional y se pueden repetir».