TENEMOS OPCIONES?

Es curioso lo que sucede en nuestra sociedad, en la que todo se relativiza o todo es ambiguo, dejándonos un amplio margen para vivir como para que cada uno elija la forma de hacerlo.

Es curioso, porque a la vez que supuestamente se nos libera de la vigencia de los principios o normas que deberíamos de tener, se nos somete al duro yugo de las estadísticas.

Esos cambios de una dirección a otra, generalmente nos producen tensiones que no sabemos a que obedecen, pero que son fruto de la forma en que vivimos y de la forma en la que aceptamos vivir.

Por un lado se nos dice que todo está permitido y que no debemos dejar que se nos controle, pero también se nos habla de las estadísticas y de los resultados que se nos demandan continuamente.

Somos hijos del relativismo o de la ambiguedad, pero sometidos a la dictadura de las normas rigurosas que nos imponen los resultados que son los que marcan la diferencia entre ser exitosos o ser perdedores.

Podemos sentirnos libres con lo relativo y esclavos con la demanda continua de que produzcamos hechos que puedan ser medidos, cuantificados para entonces felicitarnos o hundirnos en el fracaso.

No importa mucho el daño que esta forma de vida ocasione en las personas, porque en realidad se trata de un modelo que es ajeno a cualquier forma de cuidado hacia lo estrictamente humano.

Por eso se nos advierte que tengamos cuidado con lo que se llama el doble ánimo, que hagamos una cosa y hablemos otra, en abierta oposición la una con la otra. Como hijos de Dios debemos de tener la guía de sus principios.

Santiago 4:8
Diego Acosta García

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