Un amigo me preguntó en los días amargos que vivimos, si la maldad no podría llegar hasta él o sus amados.
También quiso saber si era legítimo tener miedo, si era legítimo que un hombre que creía en el Supremo, tuviera tanta ansiedad ante la brutal ansia de sangre.
Confieso que tuve que reflexionar y pedir Gracia al Señor para dar respuestas adecuadas y sobre todo, que fueran fundamentadas en su Palabra.
El miedo, por definición, es lo que podríamos llamar la preocupación por el daño que puede sufrir nuestro cuerpo, por la acción de algo ajeno a nosotros.
Esto es precisamente lo que mi amigo preguntaba. Él tenía miedo porque un día alguien que ni siquiera lo conocía, atentara contra su vida.
Desde esa perspectiva, le comenté que el miedo es legítimo porque se trata de algo ajeno a nosotros y al que estamos expuestos cada día.
Los que nos llamamos hijos de Dios, podemos sentir miedo, el miedo físico, el miedo al daño personal, es decir el miedo a sufrir en nuestro cuerpo la maldad de otros hombres.
Sin embargo frente al miedo se antepone la Confianza que debemos de tener en el Eterno. Tanto para librarnos del mal, como para el caso en el que efectivamente suframos en nuestro cuerpo la locura asesina.
En todo caso, siempre se cumplirá su Voluntad Soberana y sea lo que sea que nos ocurra, no debemos de tener miedo, porque todo depende de ÉL.
Francamente ignoro si estos argumentos calmaron a mi amigo, pero si le dieron serenidad a mi ánimo y aliento para seguir orando por Justicia.
Salmo 37:22
Diego Acosta / Neide Ferreira