La dura experiencia que vivió el Ezequiel relacionada con las circunstancias en las que debía hablar y las otras, en las que debía callar, nos deben hacer reflexionar.
Por qué Jehová haría callar a su profeta?
Por qué lo haría hablar?
Estas preguntas las podemos relacionar con nuestra propia vida, cuando enfrentamos situaciones en las que es más sabio enmudecer que abrir nuestra boca.
Del mismo modo cuando tenemos que asumir los graves momentos en los que hablar, puede representar un auténtico peligro para nuestra existencia.
Lo importante es discernir lo que Dios quiere en cada tiempo, para no obrar de acuerdo a nuestras percepciones o intereses, sino verdaderamente servir a su Mandato.
Debemos aprender de la enseña bíblica, cuando nos advierte de las dificultades que tiene el servir, cuando lo hacemos auténticamente desde la perspectiva de la Autoridad Soberana del Eterno.
Callar o hablar… esta parece ser la gran alternativa a la que nos vemos enfrentados los hombres y mujeres que servimos al Todopoderoso.
Callar o hablar, solamente cuando lo disponga el Señor de Señores!
Ezequiel 3:26-27
PT – E eu farei que a tua língua se pegue ao teu paladar, e ficarás mudo e não lhes servirás de varão que repreenda; porque casa rebelde são eles.
Mas, quando eu falar contigo, abrirei a tua boca, e lhes dirás: Assim diz o Senhor: Quem ouvir ouça, e quem deixar de ouvir deixe; porque casa rebelde são eles.
ES – Y haré que se pegue tu lengua a tu paladar, y estarás mudo, y no serás a ellos varón que reprende; porque son casa rebelde.
Mas cuando yo te hubiere hablado, abriré tu boca, y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor: El que oye, oiga; y el que no quiera oír, no oiga; porque casa rebelde son.
Diego Acosta / Neide Ferreira