Un enfático orador proclamaba las virtudes que tiene la tolerancia para interpretar muchas de las cosas que ocurren en el mundo.
Así es, como proclamaba la tolerancia para los que piensan diferente…
Tolerancia para los que han optado por una determinada sexualidad, aludiendo obviamente a la homosexualidad…
También proclamaba la tolerancia hacia los altos valores del ecumenismo, para colocar en igualdad a todas las religiones…
Este comentario que resultaba cautivante por lo expresivo y contundente, sin embargo dejaba algo en el aire.
Un vacío indefinible, que provocó de inmediato mi atención. Como un discurso tan elocuente, puede provocar una sensación de ese tipo?
Como siempre hago, busqué inmediatamente en la Biblia todas las referencias relativas a la tolerancia, a ser tolerante.
Y a pesar de haber pasado bastante tiempo con la Palabra de Dios, estas palabras, no venían a mí memoria con una referencia clara.
Y resultó que ni la palabra tolerancia, ni la palabra que define a quién practica, el tolerante, aparecen a lo largo de las páginas del Texto Sagrado.
Que significa esto?
Que el discurso de la tolerancia es un arma peligrosa que se utiliza en contra quienes ingenuamente, pueden creer que ser tolerante ante todo y ante todos, es una característica deseable para los que nos llamamos hijos de Dios.
Jesús nos advirtió: Cuidad que nadie los engañe!
Fue la primera referencia que hizo con relación a los tiempos del fin, cuando los discípulos le preguntaron sobre ese tema.
No nos dejemos engañar con la piedad mal entendida, con la bondad del corazón mal aplicada ni mucho menos, falseando las enseñanzas del Señor.
Proverbios 2:3-5
Diego Acosta / Neide Ferreira