La Palabra de Dios nos advierte acerca de que no debemos ser piedra de tropiezo para nadie.
Alguna vez pensamos, que en este mandato estamos incluidos en lo personal?
Por sorprendente que resulte podemos ser piedra de tropiezo para nosotros mismos!
Pensando en la cuestión de cuidarme de no ser el causante del mal de nadie, inesperadamente recibí esta inquietud del Espíritu.
La primera reacción fue de sorpresa y por qué no, de incredulidad. Como es que yo puedo ser mi propia piedra de tropiezo?
Profundizando en la cuestión, pensé: El Espíritu está para llevarnos a la Verdad y no a la confusión o el engaño, por tanto esta advertencia merece la máxima atención.
Estas inquietantes reflexiones se relacionan con el perdón de nuestros pecados y con la alegría de saber que hemos iniciado un nuevo tiempo en nuestra vida.
La cuestión es: Verdaderamente hemos iniciado una nueva vida luego del perdón de los pecados?
Hipotéticamente mirándome a los ojos, debería de responder que no. Que es verdad que muchas cosas han cambiado en mi vida, pero otras muchas siguen allí debatiéndose para no convertirse en pasado.
Y esas son nuestras piedras de tropiezo tan concretas como la vanidad, la envidia o el peligroso afán por el dinero.
Y también están aquellas cosas del pasado que nos resultan agradables, aún sabemos que no las debemos conservar.
Seamos sabios y pensemos en dejar de ser piedra de tropiezo de nosotros mismos!
Cuántas veces seremos perdonados por la repetición de nuestros pecados?
1 Pedro 2:8
ES – Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.
PT – E uma pedra de tropeço e rocha de escândalo, para aqueles que tropeçam na palavra, sendo desobedientes; para o que também foram destinados.
Diego Acosta / Neide Ferreira