Un joven preguntaba a sus amigos quién le enseñaría a ser padre, dado que su hijo estaba próximo a nacer.
Luego de las clásicas bromas que siempre originan estas situaciones, uno de ellos le dijo: Mira, no te preocupes, es tu hijo quién te enseñará a ser padre.
Pero como un bebé me va a enseñar? Que sabe él?
No es él el que sabe, es quién nos ha Creado quién le dará sabiduría a su hijo para enseñarte…!
Pero como voy a aprender algo de un recién nacido?
Te gusto o no, te parezca bien o no, ten presente estas palabras. Por mucho que te esfuerces y por muchas opiniones que recibas o que leas, será tu hijo quién te enseñe a ser padre.
Él será tu mejor maestro!
El futuro padre se apartó de la conversación y finalmente se retiró. Horas después volvía a hablar con quién le había respondido.
Es que no puedo creer que mi hijo me vaya a enseñar. No lo acepto, me parece algo completamente sin sentido.
Creo saber lo que te ocurre: Te niegas a aceptar algo que a muchas personas les ha pasado. Solamente que la mayoría de ellas no tenía ni la vanidad ni la prepotencia tuya.
Te cuesta admitir que un bebé te vaya a enseñar, porque tu falta de humildad te impide comprender lo esencial: Quién es padre por primera vez tiene que aprender su papel.
Y el mejor maestro que tendrás será tu hijo, el niño recién nacido. Si aceptas esto, podrás disfrutar de los momentos más preciosos que pueden disfrutar un hombre y una mujer.
Y…aprendió!
Salmo 32:8
Diego Acosta / Neide Ferreira