Un segundo. Esta breve fracción nos basta para tomar una decisión que puede cambiar nuestra vida y la de los demás. En esa mínima porción de un minuto, podemos transformar y ser transformados.
Esta inusual mención al tiempo horario está originada en la situación que vivimos cuando recibimos una actitud casi despreciativa, de dos personas de las que no esperábamos algo semejante.
No solamente fue la negación del saludo sino que además fue la soberbia con las que se apartaron de nuestro lado, en el momento en el que nos acercamos a ellos para cumplimentarlos.
El Espíritu obra poderosamente en esas circunstancias tan delicadas y en los que en una mínima fracción de tiempo, podemos extraviar nuestro corazón, porque lo abandonamos primero a la decepción y luego al rencor.
El Espíritu obró tan maravillosamente que en lugar de corresponder la actitud que se nos había dispensado, en el acto comenzamos a orar y a interceder por ellos.
A bendecir sus vidas, su familia, sus hijos, su ministerio, su provisión, su casa y sus amados. Fue una bendición verdadera, profunda, de esas que jamás podrán engañar al Señor.
Y todo ocurrió en un segundo.
Valoremos la intervención del Espíritu cuando nos aparta de los malos pensamientos, de las reacciones orgullosas y de corresponder mal con mal. Y demos gracias por reemplazar la ira con el Amor y la Misericordia.
Recordemos que si no somos perfectos, por qué le reclamamos perfeción a los demás?
1 Samuel 10:6
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira
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