DEVOCIONAL
Tengo un vecinito que ha cumplido un año y al que conozco desde el vientre de su madre. Ha resultado una Gracia verlo crecer y llegar hasta este tiempo, cuando se ha convertido en una deliciosa criatura.
La sonrisa con la que recibe las atenciones que le prodigo, me llevan a pensar en el momento en que Jesús pidió a los discípulos que dejaran que llegaran a ÉL los niños.
Seguramente porque son los portadores de los sentimientos genuinos, sin la influencia del mundo ni tener todavía la capacidad para la maldad.
Y también por esas razones les explicó a los discípulos que debíamos ser como niños, para entrar en el Reino de los Cielos. Esto no significa ser infantiles, sino hombres y mujeres de corazón como niños.
La sonrisa de mi vecinito me recuerda cada vez que lo veo, la urgente necesidad de abandonar todo vestigio de hombre viejo, para nacer de nuevo cada día.
Lucas 18:17
De cierto os digo,
que el que no recibe el reino de Dios como un niño,
no entrará en él.
Diego Acosta / Neide Ferreira