Salomón, el hijo del Rey David, advirtió que todo es vanidad. Palabra que también usaron los griegos, para referirse a un determinado tipo de actitudes.
Esto vino a mi memoria al ver como dos publicaciones dedicadas precisamente a exaltar la vanidad, debieron cerrar definitivamente.
Por qué lo hicieron?
Por la suma de varias causas, entre ellas la económica. Pero hay otra que está subyacente en la desaparición de esas páginas.
Y no es otra cosa que tanta exaltación de lo vacío, de lo hueco, se estrella muchas veces con la realidad que vive la sociedad.
Esto me hizo pensar en los arrogantes, en los presuntuosos que hacen torpes exhibiciones de supuestos atributos que pueden perder en cualquier momento.
Entre ellos el poder y el dinero.
El primero por los cambiantes rumbos de la vida de los países y el segundo por cualquier desacierto o mala interpretación de algunas circunstancias.
Hace muchos años un maestro me enseñó que detrás de todo arrogante se esconde un hombre temeroso de la realidad.
Y por eso se esconde detrás de esa falsa imagen de superioridad casi enfermiza, para que no se pueda advertir su gigantesco vacío interior.
Hagamos memoria de todos los hombres que cometieron el error de creerse lo que su vanidad les dictaba. Todos terminaron sin gloria ni honra!
Quién se sienta poderoso, está desafiando su propio destino. Porque no hay poderosos entre los hombres, apenas triunfadores apoyados en su propia debilidad.
Hay un Único TODOPODEROSO!
Salmo 144:4
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira