Con su infinita Sabiduría la Palabra de Dios nos enseña a propósito de ese tiempo de la vida, en el que nos alejamos mucho del comienzo y estamos próximos al fin.
El último tiempo para muchos resulta una auténtica tragedia y para otros, la certeza que estamos llegando al término de un largo camino.
Asumiendo esta cuestión desde lo personal, puedo advertir qué necesario es tener a Dios para el ser humano. Sin el Todopoderoso todo tiene una tenebrosa perspectiva.
Recuerdo que cuando comencé a trabajar era muy joven, extremadamente joven según mi propia visión, por la comparación con las edades de mis compañeros.
Un día haciendo ostentación de esta circunstancia, de mi juventud, alguien con mucho humor me dijo: No te preocupes, ya se te va a pasar!
En ese momento no dejó de ser para mí una anécdota graciosa, hasta que un día advertí que ya no era el joven que se reía de las edades de sus compañeros.
Y pronto, también comencé a comprobar cómo los años van transformando las apariencias, desde lo que resulta visible hasta la evidencia de que las fuerzas van menguan.
Pensando en eso me entristece cuando veo a las personas debatirse, luchar contra la edad. Y lo que resulta más grave todavía, tener miedo, pánico por verse próximos al final.
Debemos dar gracias a Dios por habernos elegido y como una forma de expresar esa gratitud, orar por quienes se resisten a aceptarlo o reniegan de su existencia.
En el tiempo de la vejez, es cuando estas circunstancias se hacen más notables y es cuando más debemos acercarnos al Eterno!
Proverbios 20:29
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira