VIDA O MUERTE

Cuando hablamos de personas que se quitan la vida generalmente lo hacemos desde la perspectiva de que nos produce angustia, pero a la vez la lejanía lo torna casi como un ejercicio intelectual.

Todo cambia cuando quién se quitó la vida pertenece a nuestra cercanía en la sociedad o en los afectos. Entonces adquiere la dimensión de que la persona tiene nombre y apellido conocido.

Afanosamente tratamos de buscar las razones, esas explicaciones que son tan difíciles de encontrar porque evidentemente pertenecen a la intimidad más absoluta de quién se ha suicidado.

A la sensación de sorpresa y confusión sigue otra que es más perturbadora todavía: Se trata de encontrar respuesta al interrogante de si alguna vez pudimos hacer algo por esa persona.

Esto nos lleva a pensar que debemos estar atentsad1os con las personas que nos rodean, para tratar de aliviar sus cargas, comprender sus problemas y para servir de ayuda, recordando que es Dios quién concede la vida y quién la quita.

La frialdad del mundo es despiadada con quienes son más débiles y Jesús nos llamó a ayudar y a cuidar a los débiles. No somos responsables directos de un suicidio, pero sí tal vez pudimos haber hecho algo por evitarlo.

Génesis 2:7
Diego Acosta García

Deja una respuesta