Domingo de culto, domingo de quejas…
El Día del Señor lo transformamos en el día en el que todo nos parece mal, inadecuado, impropio. Es el día que elegimos para magnificar nuestra queja.
Lo más grave de esta situación es que nuestros pensamientos y nuestras palabras no están referidos a cuestiones fundamentales.
No nos pronunciamos sobre doctrinas, enseñanzas o predicaciones que pueden ser reveladoras de maravillosas manifestaciones del Señor.
Nos quejamos a partir de lo mundano que está en nuestro interior. Nos quejamos de que en el lugar de culto hace frío…hace calor.
Por una razón o por otra siempre tenemos un motivo de queja, que trasladamos a los demás y esto se propaga como se dice coloquialmente, como una mancha de aceite.
Con esta actitud transformamos lo que debería ser un tiempo de intimidad con el Señor, en un tiempo en el que pareciera reinar la disconformidad.
Si nos ocurriera esto, deberíamos pensar seriamente en lo que está ocurriendo en nuestro interior. La cuestión no es el templo, ni el culto, ni la alabanza, ni el frío, ni el calor, ni el sonido, ni la predicación.
Hay algo muy profundo que nos está apartando del Señor. Y lo que es más grave estamos induciendo a que otros débiles en la fe, se aparten no por lo fundamental, sino por lo menos importante.
En este día solamente pensemos esto: Y los que no?…
Los que no pueden asistir a un culto por ser perseguidos, por tener locales cerrados o clausurados, por ser agredidos o incluso muertos.
Volvamos nuestro corazón a Jesús!
Efesios 1:22
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira