Probablemente todos conozcamos casos de personas que se comportan como si fueran los amos del mundo.
Son personas que suelen ser una referencia por la magnitud de sus logros, por su pragmatismo, que no es otra cosa que acomodarse a cualquier situación olvidando los principios.
Una de esas personas, acababa de lograr un gran triunfo con una maniobra que dejó muchos “cadáveres” al costado del camino, pero ese era el costo que tenía el éxito.
Cuando estaba celebrando uno de los damnificados le preguntó: Ud. cree que siempre podrá hacer su voluntad? El hombre en medio de su euforia le contestó: Claro que sí.
El tiempo pasó y el supuesto modelo para el mundo seguía en ascenso.
Hasta que un día sorpresivamente se enfermó. Su deterioro físico fue comparable al de su pequeño imperio, que al quedarse sin guía también se fue perdiendo.
Entonces se acordó de aquel hombre que le había preguntado si estaba seguro de que siempre haría su voluntad. Lo llamó y le preguntó: Ud. me podría ayudar en este momento?
El pedido resultó infructuoso porque el hombre que le había preguntado: Y yo? se negó rotundamente a asistirlo. El final de la historia es propio de la naturaleza del mundo: Impiadoso y sin atenuantes.
Deberíamos reflexionar acerca del éxito, de sus brutales costos y de la venganza, disfrazada de justicia.
Proverbios 6:34
Diego Acosta
Música: Neide Ferreira
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