Muchas veces nos encontramos frente a situaciones que superan largamente nuestras capacidades, nuestras más optimistas posibilidades y aún nuestros sueños más aventurados.
Son las ocasiones en los que muchos hombres y mujeres abandonan ante empresas que parecen irrealizables por las dificultades que presentan o por los sacrificios que demandan.
Son los momentos en los que nadie puede criticar a nadie, por abandonar antes de comenzar, por renunciar antes de iniciar cualquier empresa por lo difícil o gigantesca que resulta.
Entonces, por qué siempre hay alguien dispuesto a enfrentarse a esos retos que parecen imposibles para los hombres? Por qué siempre hay alguien que asume lo que otros declinan?
Las respuestas son bastante sencillas, porque están orientadas a saber que cada uno de nosotros debe ser consciente de sus capacidades y habilidades, debe ser conscientes de sus propios límites.
Pero también debemos ser conscientes de que nada de lo que intentemos lo lograremos o por nuestros esfuerzos o por nuestros méritos. Nada, ni siquiera las más pequeñas batallas.
Por tanto ante los grandes desafíos, aceptemos que el Espíritu Santo nos guíe y entonces no dudemos ni un momento, en aceptar los desafíos que se nos propongan. El Espíritu luchará por nosotros!
1 Samuel 17:47
Diego Acosta García