LA RESPUESTA

Pocas cosas hay más difíciles para los seres humanos y para los creyentes en particular, que esperar una respuesta a algo que hemos puesto delante de Dios.

La experiencia personal indica que cuando más nos afanemos en imaginar situaciones o buscando soluciones, más nos angustiaremos, corriendo el riesgo de cometer errores si decidimos obrar por nuestra cuenta.

Los grandes hombres de la Biblia, también debieron esperar que Dios les mostrara sus decisiones y en cada una de las situaciones los finales fueron tan distintos como distinta fue la capacidad de esperar.

En los tiempos en que vivimos se ha instalado la cultura del “ahora mismo”, “inmediatamente” o “en este mismo momento”. Todo debe ser rápido porque los hombres tal vez estamos pecando de omnipotentes.

Nos creemos tan superiores que somos incapaces de de tener la paciencia suficiente como para dejar que todos los procesos lleguen a su final, en el momento correcto.

Y en esta carrera desenfrenada por hacer todo rápido y de inmediato, vamos dejando pedazos de nuestras propias vidas, en forma de nervios, tensiones, angustias, que tratamos de resolver poniéndonos una farmacia encima.

Si nuestra decisión fue poner una determinada cuestión para que Dios confirme su Voluntad sobre ella, es porque confiamos que el Eterno cumplirá. Y si confiamos, por qué nos afanamos?

Proverbios 15:23
Diego Acosta García

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