EL BUEN CONSEJO

Cada uno de nosotros debemos de tener la seguridad que Dios está pendiente de todas nuestras necesidades, por complejas y difíciles que sean y en los lugares y momentos más insospechados.

Por esa razón ÉL sabe cuando el Espíritu Santo debe obrar en nuestras vidas con la palabra de sabiduría, con el consejo necesario para que no nos desviemos del camino correcto.

La cuestión es tener la capacidad para discernir cuál es la Palabra que el Espíritu nos trae y para saber diferenciarla de aquella que nuestros pensamientos puedan creer que es la correcta.

El Espíritu nunca nos aturdirá con su mensaje, por el contrario nos hablará como un susurro para que podamos recibir la profunda enseñanza que nos guiará por el rumbo mejor.

No nos deben importar las circunstancias ni los problemas que estemos atravesando. E incluso hasta es probable que no advirtamos que estamos en dificultades o haciendo cosas que nos perjudican.

El Espíritu siempre nos hablará. La cuestión es saber escuchar y por encima de todo, ser sabios para hacer lo que se nos sugiere, para obrar en consecuencia. Eso es lo que llamamos el buen consejo, como el que recibió Moisés de su suegro.

Éxodo 18:20

Diego Acosta García

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