AYUDAR

 

Seguramente casi todos nosotros habremos vivido momentos tan singulares como son los de decidir si damos o no damos una ayuda a una persona que está pidiendo.

Se nos vienen a la mente varias reflexiones. Una es la de dar y es la que nos obliga a actuar, pero inmediatamente aparece la contradicción, cuando pensamos que uso le daría la persona al dinero que le entreguemos.

De esta manera seguimos caminando y aproximándonos hasta el lugar donde se encuentra quién está pidiendo y en la mayoría de los casos como no hemos resuelto el dilema, no le damos nada.

No por repetida esta cuestión tiene su manifiesta importancia. Es evidente que siempre que esté a nuestro alcance debemos dar a quién lo necesite, pues estaremos dando de lo que Dios nos ha concedido.

De donde nos surgen las dudas? Seguramente la respuesta que nos podamos dar no la vamos a encontrar fácilmente, por la sencilla razón que no será de nuestro agrado.

Creemos que la gran cuestión de dar o no dar, surge de nuestra actitud de juicio, porque pensamos que uso le dará la persona al dinero que le entreguemos, en lugar de pensar solamente que la estamos ayudando.

Una vez más la cuestión de juzgar a otra persona, nos debe recordar que con la misma vara con que lo hagamos seremos juzgados. Por esta razón, cuando tengamos oportunidad, ayudemos con alegría.

Salmos 94:17
Diego Acosta García

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