CONGREGACIÓN SÉPTIMO MILENIO

OJO POR OJO

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Por asombroso que resulte una de las más reiteradas acusaciones que se formulan contra Dios, está relacionada con lo que podemos leer en el Libro de Éxodo en el Capítulo 21 versículo 23.
Allí se establece que:
Ojo por ojo,
Diente por diente,
Mano por mano,
Pie por pie.
La acusación contra Dios está relacionada con la supuesta falta de Amor del Todopoderoso, al establecer unas normas que resultan incomprensibles para muchos miembros de nuestra sociedad.
Como todas las acusaciones contra el Supremo, están basadas en tergiversaciones de la Verdad y dirigidas hacia quienes están predispuestos a aceptarlas sin considerar si son correctas.
Esta formulación de Moisés en el Libro de Éxodo estaba relacionada con la necesidad de que los jueces emitieran sentencias que fueran desproporcionadas con los delitos que juzgaban.
En realidad es una apelación a que los jueces no castigaran más allá de lo que la lógica más elemental aconsejaba.
La desproporción de las penas que se aplicaban en aquellos tiempos, determinaron que el propio Dios se preocupara por la forma en que se impartían justicia los hombres.
También estas normas establecidas en Éxodo, en Levítico 24 y en Deuteronomio capítulo 19, revelan el interés del Eterno para que los hombres no actuaran animados por venganzas personales o con malas intenciones.
A modo de ilustración muchas de las penas que fueron y son tan criticadas, se están aplicando en nuestros días en los países musulmanes gobernados por los líderes más radicales
Estas razones le quitan validez a esas acusaciones producto de la falta de temor y temblor que tienen muchas personas, que se atreven a desafiar al Creador.
Pero esta cuestión revela algo más y muy preocupante.
Se trata de que quienes nos llamamos hijos de Dios muchas veces ignoramos el fondo de los argumentos esgrimidos para acusar al Todopoderoso, simplemente porque no nos hemos preocupado en estudiar su Palabra.
De allí la explicación en la insistencia bíblica de que debemos dedicar tiempo para profundizar en su conocimiento y extender las estacas de nuestra mente hacia la verdadera Grandeza de Dios.
Por eso resulta impresionante comprobar como un acto del Amor del Eterno, es utilizado como argumento en su contra. Y lo más grave es que muchas veces lo aceptamos con nuestro silencio o nuestra falta de conocimiento!
Oremos para tener Sabiduría como para rebatir los argumentos del mundo. Dios no precisa de nuestra defensa, pero sí necesita que sepamos cada día más sobre Él.

Diego Acosta

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