DE LO QUE TENGO…

Recordamos un Culto donde en el momento de pasar la ofrenda, la mayoría de los asistentes sabíamos que prácticamente nadie tendría para nada para colocar en el alfolí.

Esto creó un clima tan especial, que el ambiente de desánimo se podía palpar. En ese momento el Espíritu nos tocó y cambiamos el mensaje que teníamos para ese día.

Y hablamos de la ofrenda y del significado espiritual que tenía. Aceptamos que la mayoría de los asistentes al culto no teníamos dinero para dar de ofrenda, por las especiales circunstancias del ministerio.

Pero en cambio sí teníamos otras cosas más importantes que el dinero para dar, porque el Señor es el Proveedor y por tanto no precisa de nuestros recursos para hacer su obra.

Precisa en cambio, que en la hora de la ofrenda, demos lo mejor de nosotros: nuestro amor por el prójimo, nuestra misericordia por el necesitado, nuestra solidaridad con el que sufre.

El Espíritu obró poderosamente en el Culto y la sensación de desánimo se transformó en atención y la atención en convicción, para saber que todos teníamos muchas cosas para dar de más valor que unas monedas.

Recordamos cuando Pedro dijo al cojo: no tengo nada, pero de lo que tengo te doy. Esa debe ser nuestra actitud frente a las necesidades del prójimo, dar lo mejor que tenemos, que casi nunca es dinero.

Hechos 3:8

Diego Acosta García

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