EL CONSEJO

Un domingo en el Culto de la Iglesia un hermano se acercó a otro y le preguntó si estaba nervioso y éste le respondió que no y que además estaba extrañado por la pregunta.

Entonces llegó la explicación, de que había sido el Espíritu el que le había llevado a  preguntarle cómo se encontraba, a pesar de que era la primera vez que hablaban.

Decidieron compartir un café y entonces el hombre abrió su corazón y le dijo que sí, que estaba muy nervioso pero que más que nervioso, estaba desolado.

La razón era que en la Iglesia se sentía como un extraño, como un desconocido al que nadie se dirigía para comentarle nada o interesarse por su vida.

El hermano le comentó que era necesario siempre buscar la relación con otras personas en la Iglesia, precisamente para no sentirse extraño ni poco atendido.

Esta frase cambió el semblante del hombre que entonces comprendió que  era también parte de la Iglesia y que así como esperaba que otros se acercaran a él, él también debía acercarse a otros hermanos.

Este sencillo consejo cambió la vida de un hombre porque otro cumplió el mandato que había recibido del Espíritu. No seamos reacios a la relación personal.

El Señor quieres que seamos Su familia dentro de Su Iglesia y por eso nos debemos los unos a los otros.

Proverbios 4:13
Diego Acosta García

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