ENGAÑAR

Fuimos testigos del dolor y la pena que una persona tenía como consecuencia de haber sido engañada, por quién consideraba su mejor amiga.

Comentaba que le costaba trabajo entender como alguien en quién había confiado tanto, la podía haber engañado y además por una cuestión sin importancia.

Ella decía en medio de su desilusión que lo que más le sorprendía era que esa mujer le había mentido por una verdadera minucia y se preguntaba que ocurriría con cosas más importantes.

Es sorprendente como nos puede afectar un caso como este, donde alguien expresa su pena por haber sido engañada y también por haber perdido a quién consideraba su amiga.

Intentamos ayudarla recordándole que Jesús nos enseñó que nosotros hablamos lo que tenemos en el corazón y por tanto su amiga, solo había expresado lo que tenía en su interior.

Para engañar lo mismo que para mentir hay que elaborar una historia razonable que no siendo cierta, tenga todas las apariencias de serlo, lo que es lo mismo que una semiverdad.

Este caso como otros similares nos tienen que llevar a reflexionar acerca del cuidado que debemos de tener en quién depositamos nuestra confianza, sabiendo que todos somos falibles, porque somos humanos.

Levítico 19:11
Diego Acosta García

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