JUVENIL

Tener aspecto juvenil parece ser uno de los objetivos de la sociedad de nuestro tiempo. Daría la impresión que hemos cambiado el significado de ser joven por juvenil, lo que vendría a significar parecer joven.

Casi a diario podemos comprobar como esta cuestión es objeto de la atención de hombres y mujeres que persisten en su idea de que el paso de los años no los afecte y tratan de conservar los atributos de tiempos pasados.

Sorprende esta especie de regresión buscando momentos que ya forman parte de nuestra historia personal para tratar de revivirlos en el aspecto que presentamos ante quienes nos rodean.

La Palabra de Dios destaca tanto el valor de la juventud como el valor de la ancianidad, porque tanto una como la otra forman parte del ciclo vital de los seres humanos, un ciclo que tiene el carácter de inexorable.

Sería bueno preguntarse las razones por las que no aceptamos el presente y buscamos parecernos al pasado. Quizás sea porque en algún lugar de nuestra memoria pensamos que cuando éramos jóvenes éramos mejores o más felices según el concepto del mundo.

Negarnos el presente y buscar nuestra apariencia del pasado no es otra cosa que negarnos el futuro. Tal vez el miedo que produce acercarnos al final de la vida, genera esta actitud tan especial.

Quienes creemos en Dios sabemos que Él siempre tiene lo mejor para nosotros, seamos jóvenes o mayores. Por eso podemos disfrutar de cada momento de vida que se nos concede.

Salmos 103:5

Devocional: Diego Acosta
Música: Neide Ferreira
www.septimomilenio.com
Edición: Davi Blumenthal
PactoNuevo – http://www.pactonuevo.org

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