LA SAL DERRAMADA

Sabiendo que debemos ser Sal en el mundo, recordamos cuántos esfuerzos malgastamos en luchas estériles, en conversaciones sin razón, en afanes irrelevantes.

Entonces es cuando nos acordamos para lo que verdaderamente fuimos llamados y es el momento de recapacitar acerca de lo que verdaderamente debemos hacer.

No nos debemos censurar por haber hecho cosas incorrectas con nuestro llamado, pero si debemos reaccionar para no seguir cayendo en los mismos errores.

Hasta cuando perderemos nuestro tiempo con cuestiones irrelevantes? Hasta cuando dedicaremos nuestra energía en las vanidades del mundo? Hasta cuando?

Es evidente que las decisiones son personales y que cada uno de nosotros responderá el día del Juicio por nuestros actos y no por los actos de los demás.

Entonces debemos de preocuparnos de nuestros hechos o de nuestras omisiones, que también cuentan y mucho, a la hora de ser mayordomos de nuestra propia vida.

Aprendamos a distinguir lo verdadero de lo que no lo es, a saber discernir en qué debemos preocuparnos y en qué cosas debemos dejar de lado, porque no contribuyen para el bien de nadie.

El mundo necesita que seamos sal, pero no una sal derramada y sin que preste ninguna utilidad, sino una Sal que contribuya a dar sentido y sazonar la vida de quienes nos rodean, con nuestro testimonio personal.

Lucas 14:34
Diego Acosta García

Deja una respuesta