LAS PEQUEÑAS DESOBEDIENCIAS

Es probable que cada uno de nosotros conozca a alguna persona que afirma que él solo obedece a Dios y de Dios para abajo, obedece según la ocasión y caso por caso.

Esta extravagante interpretación de la obediencia es una desobediencia total, porque obedecer a Dios se manifiesta en cada uno de nuestros actos y somos obedientes aún en aquellas cosas que aparentemente no tienen la menor importancia.

Si cuando entramos a nuestra Iglesia no respetamos las sugerencias de los ujieres para que nos ubiquemos en determinados lugares, estamos siendo desobedientes. ¿Por qué? Porque ellos fueron puestos para que se cumplan normas de orden que mejoran el Culto, desde su inicio.

Debemos ser plenamente conscientes que la obediencia no es ni optativa ni puede ser selectiva. La obediencia es una forma de relación con nuestro Dios, que se hace manifiesto en cada uno de nuestros actos cotidianos.

Lo más grave de las pequeñas desobediencias es que voluntariamente decidimos apartarnos de la Gracia que tenemos sobre nuestras vidas, cada vez que somos obedientes aún en aquello que nos parece sin importancia.

La pequeña desobediencia es como el robo de un euro. Siempre será desobediencia aunque sea pequeña y siempre será robo aunque represente una pequeña cantidad.

Proverbios 3:1

Diego Acosta García

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