LOS DEMÁS…

demas

Es peligroso para la vida espiritual, preocuparse por el “qué dirán” y no servir a Dios que es lo procedente.

Este planteo es el que me formulo todos los días, para tratar de acabar con esa tendencia natural que tengo y que tenemos, de considerar siempre la opinión de los demás sobre lo que hacemos o dejamos de hacer.

Demasiado a menudo me sorprendo pensando qué estarán diciendo de mí, quienes me rodean y específicamente quienes son los más cercanos ministerialmente.

Verdaderamente parece que estuviera  participando de una competencia no declarada, para establecer quién es el mejor, el más piadoso y el más espiritual.

Triste realidad!

En esa lucha comprensible desde la perspectiva humana, en todos los casos me olvido y nos olvidamos de… Dios, aunque sea ÉL nuestro fundamento.

Esta amarga conclusión es a la que he llegado luego de considerar algunas de mis actitudes, algunas de mis tristezas e incluso alguna de mis rebeldías.

Me olvido penosamente que nadie se debe comparar con nadie!

La única referencia que debemos de tener los humanos es Jesús!

Es una meta grandiosa e inalcanzable, pero la única que tiene implícita la cuestión fundamental de nuestra existencia: La de ser fieles a Quién nos dio por Gracia la Salvación.

Todo lo demás se asemeja a un mero ejercicio de vanidad y orgullo, a un evidente proceso donde según más crecemos en nuestra opinión, menos somos en realidad ante los demás.

Y me olvido y nos olvidamos de lo fundamental: Ante el Único que deberemos rendir cuentas es ante el Supremo. Por tanto todos nuestros esfuerzos deben ser para ÉL.

Filipenses 3:13-14

Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,

 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

Diego Acosta / Neide Ferreira

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