LOS PAJARITOS

Una mañana pude ver como desde una ventana una señora abría las suyas y arrojaba migas hacia el jardín, cosa que me sorprendió bastante e incluso me pareció fuera de lugar.

Pero este juicio apresurado quedó desvirtuado cuando a los pocos momentos aparecieron varios gorriones que muy gustosamente se dieron a la tarea de buscar y comer las migas.

Este fue un episodio sencillo y seguramente repetido a lo largo de días y días, convirtiendo en una deliciosa rutina el hecho de que alguien se preocupara por dar de comer a los modestos pajaritos.

Como es de suponer tuve oportunidad de arrepentirme del juicio sobre la señora y también pude reflexionar acerca de lo que significaba el hecho de tener en su corazón ese acto de misericordia.

De esta manera me acordé de cuantos días estuve preocupado por la cuestión de la provisión, mayoritariamente de la física y más concretamente de la económica.

La señora a la que había criticado me había dado una gran doble lección. La del amor al prójimo, en este caso los gorriones y la de la provisión, en este caso a esos pequeños seres de la Creación.

Nunca debemos olvidarnos que el Señor sabe de todas nuestras necesidades, porque Él como nadie sabe cómo y en qué momento deben ser satisfechas. Él es nuestro Proveedor.

Salmos 68:10-11
Diego Acosta García

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