LOS PELIGROS DE LA EUFORIA

Cuando no tenemos razones para estar contentos, nos imaginamos como sería nuestra vida si fuéramos hombres y mujeres de éxito, lo que en el mundo se llaman triunfadores.

Y muchos de nosotros caemos en la trampa de buscar logros, resultados, que nos impulsen a un nivel superior de consideración social, aún dentro de las propias congregaciones.

Y podemos pensar: es malo tener espíritu de superación? Como las respuestas son múltiples, las condicionaremos a otra pregunta: Para qué queremos superarnos?

Si somos capaces de responder a esta pregunta sin hacernos trampas, tal vez lleguemos a la conclusión de que lo que verdaderamente buscamos es el reconocimiento… de los hombres.

Por eso es peligrosa la euforia, porque cuando logramos un determinado nivel de aceptación, nos creemos capaces de todo, ser auténticos realizadores de nuestro éxito.

Y entonces sobreviene el mayor de todos los peligros que genera la euforia: Nos alejamos de Dios, por la sencilla razón de que no lo precisamos para ser mejores que los demás, para tener logros más importantes que los demás.

Nos olvidamos con una impresionante rapidez, que un día clamamos a Dios por su misericordia, que un día le pedimos que no nos abandonara nunca y que tuviera amor por nosotros, en la hora del infortunio o de la prueba.

Job 28:28
Diego Acosta García

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