NUESTRA CONFIANZA…

El Apóstol Pablo nos enseñó la importancia que tenía para él, saber en quién había depositado su confianza para vivir y para desarrollar su ministerio y proyectarlo a través de sus discípulos.

Muchas veces confiamos tanto en nuestras propias fuerzas, en nuestro talento y en nuestra capacidad, que nuestros afanes nos llevan a realizar tareas que muchas veces nos sobrepasan.

Es indudable que es importante fijarse objetivos, pero necesariamente esos objetivos deben formar parte del Plan de Dios para nuestras vidas, porque caso contrario estaremos obrando fuera de Su Soberanía.

Es entonces es comenzamos a asumir riesgos muy grandes, porque no solo nos apartamos de la Voluntad de Dios sino que además, estaremos obrando según nuestros propios recursos.

Siendo así, todo nos parecerá desmesurado, impropio de la naturaleza humana limitada que tenemos y caeremos antes o después, en la desesperanza y la frustración.

El ministerio de Pablo no fue nunca fácil, pues muchos de sus contemporáneos le reprocharon constantemente haber abandonado su condición de fariseo para aceptar al Señor Jesús.

Pero Pablo nos ha enseñado que cuando el Espíritu Santo tocó su corazón y transformó  su vida, a partir de entonces él siempre supo en quién había confiado. Y en ese mismo Dios debemos confiar todos nosotros.

Salmos 40:4
Diego Acosta García

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