QUIÉN SOY?

Esta pareciera ser una de las grandes preguntas que cada tanto nos podemos formular, seguramente porque comenzamos a dudar de nosotros mismos.

Esto ocurre cuando estamos pendientes de los demás, de sus opiniones y de sus repentinos cambios de humor o de sus extravagancias. Lo que hoy es válido, mañana no lo es.

Lo lamentable es que muchos de nosotros vivimos realmente como una hoja en la tormenta, vamos hacia donde nos impulsa el viento social sin ninguna clase de control.

Entonces es lícito que nos preguntemos quienes somos, porque comenzamos a perder nuestra propia identidad, para hacerla como suponemos que les gustaría a los demás.

Lo más cruel de esta situación es que nosotros mismos nos esclavizamos al duro yugo de las modas, de los estilos que son tan fluctuantes como lo son las personas mismas que los imponen.

Por qué permitimos que alguien nos diga lo que tengamos que hacer o lo que debemos opinar o como nos debemos comportar? No somos acaso hijos del Rey de Reyes y Señor de Señores?

Por qué siendo hijos del Rey nos comportamos como simples vasallos y además lo hacemos con obsecuencia, muchas veces vergonzosa, buscando la aceptación que casi siempre nos niegan?

Aprendamos a vivir según nuestra identidad espiritual, dejando que la identidad mundana sea cosa del pasado, para recordar que somos hombres y mujeres nacidos de nuevo.

Salmos 46:1
Diego Acosta García

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