SEAMOS ÁGUILAS

Es curioso cuando de tanto mirar nuestros propios problemas, nuestras circunstancias, de tanto centrarnos en lo que llamamos nuestra realidad, comenzamos a caminar mirando hacia abajo.

Dejamos de tener la perspectiva del horizonte y en cambio dirigimos nuestros ojos hacia abajo, y obrando de esta manera inevitablemente nos sentiremos agobiados, cansados.

Y por qué ocurre esto? Porque al convertirnos en el centro de toda nuestra atención, dejamos de percibir lo que ocurre a nuestro alrededor y solamente permitimos que lleguen hasta nosotros las señales de alarma o de preocupación.

No somos capaces de advertir que así como es verdad que existen problemas, situaciones muy graves, también hay bellos momentos que se nos pasan desapercibidos por nuestra egolatría.

Debemos abandonar esta actitud que se parece en mucho a la de las aves de corral, que solamente dan pequeños saltitos a pesar de que podrían utilizar sus alas para realizar aunque sea pequeños vuelos.

Dejemos de ser el centro de nuestro propio mundo, y seamos capaces de dirigir nuestra mirada hacia lo alto, para poder mirar a quienes nos rodean y comprobar cuánto nos necesitan.

Abramos las alas de nuestros pensamientos, de nuestra fe y aprendamos a volar como las águilas y entonces y solo entonces podremos ser diferentes, podremos comenzar a comprender lo que Dios tiene para nosotros.

Estamos a tiempo para advertir las grandes cosas que Dios nos quiere mostrar y que no podemos ver porque estamos centrados en nosotros mismos.

Isaías 40:31

Diego Acosta García

Deja una respuesta