SÉPTIMO MILENIO: REFLEXIÓN SOBRE LAS RELACIONES HOMOSEXUALES

Cada tanto se renueva la cuestión de la llamada homofobia, alimentada por las informaciones relacionadas con las decisiones legislativas sobre el matrimonio entre dos personas del mismo sexo.
Quienes nos llamamos hijos de Dios debemos tener especial cuidado con relación a este hombremujertema, pues presenta aspectos que nos pueden desenfocar de su verdadera naturaleza.
Conviene recordar como cuestión fundamental que fuimos creados Hombre y Mujer. Sin ninguna otra clase de alternativa y sin ninguna otra interpretación posible. Esa es la única Diversidad.
También debemos dejar claro que el Amor de Dios es superior a cualquier pecado de los hombres, pero eso no es lo mismo que decir que Dios tolera el pecado a través de su Amor.
Quién está en pecado debe ser restaurado para seguir gozando del inmerecido privilegio que tenemos todos sus hijos, de ser amados de una manera inentendible para nuestra mente.
Por tanto el argumento que debemos ser tolerantes con quienes están en pecado, tiene todos los límites que el propio Amor de Dios impone a sus hijos.
Sabemos que Dios condena el pecado pero ama al pecador. Que para decirlo de otra manera, sería expresar que Dios ama a quién ha caído en el pecado, pero espera su arrepentimiento para ser perdonado.
Sin arrepentimiento no hay perdón y si persistimos en el pecado el perdón del Eterno no nos alcanzará, porque hemos desechado voluntariamente la posibilidad de redimirnos.
No caigamos en los falaces argumentos de quienes viven en pecado y además tienen una actitud de orgullo y de ostentación, no solo ante los hombres sino ante el propio Creador.
Las cuestiones  de Dios son categóricas, rotundas, terminantes. Si intentamos tergiversar su Palabra, estamos corriendo el riesgo de aceptar los argumentos engañosos que usan quienes optan por vivir en pecado.

Diego Acosta García

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