INTOCABLES…?

Una de las acciones más sorprendentes de los seres humanos, es la de convertir a determinadas personas en absolutamente intocables.

En ese mausoleo incluimos a los más dispares nombres, transformando la cuestión en una incomprensible mezcla de valores, talentos y cualidades.

Convertimos en intocables a:

A próceres nacionales,

A grandes compositores,

A deportistas,

A benefactores de la humanidad,

A autores,

A gigantes del pensamiento,

A artistas,

A héroes de la historia…

La lista es tan grande como lo sea nuestra propia visión del tema. Mezclando siempre a personas que hicieron historia, con quienes son protagonistas de simples episodios mundanos.

Es así como colocamos a los notables con los personajes, casi siempre contemporáneos y por tanto sin el respaldo que solo el tiempo concede a los verdaderamente importantes por la dimensión de sus obras.

La defensa casi fanática que hacemos de los intocables, nos hace perder la perspectiva de lo que verdaderamente es trascendente.

Y lo más grave: De lo que verdaderamente nos debe importar!

Ningún intocable por grandioso o meritorio que sea puede ser perfecto.

Ninguno!

Por qué razón?

Porque el Único Perfecto es Dios!

Todos los demás que creemos perfectos, son hombres que tienen limitaciones, problemas, errores, fallos, pecados confesados o inconfesables.

Como todos nosotros!

Por cierto que hay algunos más meritorios que otros, pero siempre con la humana condición de ser hombres que de ninguna manera pueden ser calificados perfectos.

Es importante recordar las enseñanzas de la Palabra de Dios, para colocar en su verdadero lugar, sin restar nada a quienes tienen sí han hecho cosas trascendentes y sin sumarle nada a quienes son exitosos circunstanciales.

Debemos tener en cuenta que todas las valoraciones humanas tienen precisamente por esa condición, los riesgos de ser imperfectas, tendenciosas, manipuladoras e incluso engañadoras.

Debemos aplicarnos la sabia enseñanza de Jesús: Dar al césar lo que le pertenece y a Dios lo que solamente puede ser de Él.

Entonces recuperaremos una cierta objetividad, para no transformar en intocables a hombres y mujeres, que solamente la perspectiva histórica valorará.

Y a los que solamente Dios puede juzgar y honrar!

Diego Acosta

www.septimomilenio.com