Hay muchas cosas que nos asombran, pero seguramente rara vez haremos mención a una que está relacionada con nuestras actitudes. Se trata de cuando pedimos una respuesta al Señor, por la que oramos y clamamos, sin pausa, día tras día con tremenda insistencia.
Hasta que recibimos la respuesta. Pero nuestro afán nos lleva a reclamar algo más: Dirección para el cumplimiento de lo que habíamos pedido. Y cuando recibimos la dirección, hasta nos olvidamos de agradecer tanta bendición y entramos en una fragorosa actividad.
Si habíamos pedido una respuesta, si habíamos pedido dirección, por qué no somos capaces de esperar que el Señor obre en el sentido que nos ha confirmado?
Es esta actitud en la que deberíamos de centrarnos para asombrarnos de nuestra conducta, capaz de la insistencia mayor e incapaz del menor agradecimiento. Y junto con ello, el deseo de obrar de manera inmediata.
Con ese afán no advertimos que en realidad lo que estamos haciendo, no es otra cosa que ocupar el lugar del propio Dios. La fe que tuvimos para pedir, para clamar, pareciera que disminuye cuando obtenemos la respuesta del Eterno.
Pasamos a dar la sensación de que el Señor no será capaz de hacer lo que nos ha prometido y entonces decidimos hacerlo nosotros, que con toda seguridad sí podremos, como hemos hecho tantas cosas…
Con esta manera de obrar, abandonamos el Camino verdadero y elegimos un atajo, en el que seguramente perderemos la bendición. Seamos sabios y no permitamos que el afán nos haga obrar buscando ocupar el lugar de Dios!
Nunca!
Mateo 6:27
Devocional: Diego Acosta
Música: Neide Ferreira
www.septimomilenio.com
Edición: Daví Blumenthal
PactoNuevo – http://www.pactonuevo.org