La vida de Elías es tan singularmente extraordinaria, que bien podría ser un ejemplo acerca de cómo son los comportamientos de los hombres.
Seguramente ninguno de nosotros será llamado a hacer las obras que el profeta hizo, pero sí sus circunstancias pueden parecerse mucho en cuanto a las humanas reacciones.
Él vivió la impresionante demostración de que el Poder de Jehová respaldaba su misión, contra los sacerdotes de Baal, por ejemplo.
Pero también tuvo miedo de una mujer, Jezabel, por lo que huyó al desierto deseando morir, considerando que no era mejor que sus padres.
En ese momento estaba haciendo algo que nunca debemos hacer, que es compararnos. Si no somos iguales, nunca podremos compararnos los unos con los otros.
Y el profeta se comparó con sus padres y además de eso, declaró que no era mejor que ellos, olvidando que el Poderoso de Israel, es el Único que juzga a los hombres.
He escudriñado mucho este pasaje, porque revela cómo podría obrar, en algunos momentos de mi vida, en el que pueda perder la Confianza en el Supremo.
Y no estoy en condiciones de negar, que algún día pueda hacer lo mismo que el profeta, de compararme y de sentirme abandonado por la Voluntad del Eterno.
Frente a esta posibilidad tan cierta, solo me queda el recurso de orar pidiendo Misericordia al Señor, para que renueve mi fe y para que pueda hacer Memoria de cómo siempre estuvo a mi lado.
No podemos juzgar a Elías por sus hechos!
Más bien, le agradezcamos su humanidad, porque nos permite adelantar como serán nuestros errores y como finalmente Jehová nos demostrará su Amor.
1 Reyes 19:4
Diego Acosta / Neide Ferreira