LA ORACIÓN

Es posible que alguna vez hayamos dudado de la eficacia de la oración, simplemente porque oramos pidiendo algo o por alguien y nunca ha ocurrido nada, según nuestra opinión.

En realidad estamos haciendo un enfoque errado de la cuestión, pues en lugar de tratar de descubrir el sentido de nuestra oración y si estaba equivocado o no, achacamos la responsabilidad a la propia oración.

Se puede dudar, pero no vivir dudando y en ese entendimiento nos encontramos con un caso que ha sido un estímulo impresionante a quienes creemos totalmente en el poder de la oración.

Un hombre estaba afectado por fuertes dolores y se fue a acostar pensando en sus compromisos del otro día y de cómo los podría asumir en el estado en que se encontraba.

A la mañana cuando se levantó advirtió que sus dolores se habían reducido  a tal punto que se preparó para cumplir con sus obligaciones y le contó con alegría a su esposa lo que había ocurrido.

Su sorpresa fue mayúscula cuando ella le dijo que por la noche se había levantado y había orado específicamente por su sanidad y ella entendía que por eso se habían aliviado sus dolores.

Esta simple historia refleja el poder de la oración, absoluto y real, sin grandes ostentaciones, en silencio y en la madrugada. Nunca dudemos del poder de la oración!

2 Crónicas 6:20
Diego Acosta García

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