ANTIVIRUS
En estos días que vivimos, tan lleno de emociones y podríamos decir que de provocaciones, originadas en un hecho deportivo, es importante reflexionar acerca de lo que nos enseña y manda la Palabra de Dios, en Efesios Capítulo 2 versículo 19:
Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos,
sino conciudadanos de los santos,
y miembros de la familia de Dios.
La historia ha demostrado con demasiada crudeza a través de los muertos en guerras, que los nacionalismos del signo que sean son contrarios al Espíritu del Eterno.
Esto tiene una especial validez para quienes nos declaramos hijos de Dios y por tanto nos declaramos también ciudadanos de su Reino.
Desde esta visión es legítimo que nos envolvamos en símbolos patrios y nos declaramos alegres o tristes por un partido de futbol?
El ejercicio cotidiano de ser cristianos, debe manifestarse en todos los órdenes de la vida y especialmente, cuando tenemos la responsabilidad de educar a nuestros hijos.
La alegría o la tristeza, deben ser algo completamente secundarias en nuestras actitudes, porque no podemos declarar una cosa y hacer y practicar otra muy distinta.
Ser ciudadanos del Reino y familia del Dios Eterno, tiene sus obligaciones, al igual que tiene venturosas consecuencias.
Seamos coherentes y no hagamos que un simple partido de futbol, por muy rodeado que esté de toda la parafernalia del mundo, nos haga olvidar nuestra condición de hijos y ciudadanos del Reino de Dios.
Diego Acosta