Cuando creemos que estamos trabajando sirviendo al Señor pueden ocurrir cosas notables y que nos deben hacer reflexionar acerca de cuál es nuestra verdadera misión.
Si verdaderamente estamos trabajando para servir no nos deben preocupar los resultados, que podrán ser buenos o mejores o incluso empeorar sin que podamos entender las razones.
En esto consiste la confianza de quienes decimos que servimos, porque no sabemos nada sobre lo que ha pasado con nuestro trabajo y no sabemos nada como será el futuro.
Es necesario comprender siempre que nuestra medida del éxito o el fracaso es una medida escasa, de poca relevancia porque nos comparamos siempre con otras personas.
Esta realidad nos debe hacer reflexionar acerca de lo que estamos haciendo y de lo que debemos hacer porque es evidente que no depende de nosotros nada de lo que vendrá.
En la hora de la incertidumbre seamos prudentes para no caer en ningún desánimo y en la hora de la alegría seamos más prudentes todavía para no caer en la peligrosa vanidad del triunfo.
La vida espiritual reclama confianza en el Señor. Y la confianza solo se mantiene cuando nos apartamos de las normas del mundo y nos fijamos en aquellas que solamente se pueden ver con la fe.
Jeremías 17:7
Diego Acosta García