ANTIVIRUS
La sorprendente ola de exaltación de todo lo que sea lujo, en cualquiera de sus posibilidades, no puede dejarnos indiferentes. No es normal destacar el ejercicio de ostentación, frente a la crudeza de la vida.
No es una apología oportunista de la modestia, sino aplicar el más elemental sentido de lo razonable para no caer en el vértigo de la frustración ante las cosas que cada día se ponen más fuera de nuestro alcance.
Pensemos cuánto nos esforzamos diariamente para lograr que nuestra familia pueda vivir con dignidad y pensemos cuánto nos puede llegar a afectar ver como el lujo se convierte en una norma de conducta para algunas personas.
No estamos en contra de la riqueza, simplemente decimos que su ostentación está fuera de lugar y lo único que provoca, es una reacción adversa en la sociedad. Quién se pueda permitir el lujo, que lo disfrute, con discreción y sin exhibicionismo.
Mientras tanto recordemos que Jesús vino a buscar a los necesitados, no a los poderosos.
Diego Acosta